jueves, 13 de agosto de 2020

Needle and Silk: V

    



    Me ha... vencido.

    Ese fantasma me ha vencido. No entiendo cómo ha podido pasar, pero lo cierto es que ha pasado. Él sigue de una pieza, y yo estoy escondida, como una vulgar mosca asustada, cosiendo mi capa como mejor puedo. No tiene ningún sentido. Espero que relatar lo sucedido me ayude a recuperar el aliento, y la consciencia propia.

    Como dije en mi anterior entrada, la partícula negra me avisó de lo que estaba ocurriendo. Un fantasma, un... hermano, había llegado a Hallownest. No es algo común, aunque no es el primero que escapa de aquel lugar. Ni eso pudo hacer bien el Rey. Algo tan sencillo como asegurarse de cerrar todas las puertas. A veces, me pregunto por qué me comprometí a proteger la Marca, habiendo otras salidas. No es mi labor quejarme de mi labor, así que prefiero dejar el tema. Como decía, no me costó dar con él. Como de costumbre, ahí estaba sacudiendo su aguijón como un trapo sucio, golpeando a los musgosos que se le acercaban. Debería haberle atacado entonces, pero mi honor me impidió aprovecharme de su desventaja. Además, parecía tan poca cosa... Quería al menos derrotarlo sin perder la dignidad.

    Así, me desplacé con presteza a una zona amplia del túnel. Allí, le esperé. En una esquina, la cáscara vacía de uno como él. A ese lo despaché, sin embargo, en poco más de un minuto. Son duros, no lo negaré. Los fantasmas suelen ser bastante resistentes, y eso que ocultan tras la máscara los hace muy cabezotas. Como moscas al estiércol, parece que su nido les llama. Es comprensible, por otra parte. Pero por comprensible que sea, no puedo permitirlo. Lo que intentan hacer es algo que va en contra de mi juramento. La razón por la que existo.

    Al fin, apareció. Con esos dos pequeños cuernos y esos ojos vacíos. Apuntando mi aguja hacia él, le impedí el paso. Como dije antes, no quería tener que luchar contra alguien así, pero lo que yo quisiera no era relevante. El fantasma no se arredró, empuñando su pequeño aguijón, dispuesto a luchar. Pobre, pensé. Luchar sin saber por qué se lucha es la peor pesadilla de un caballero. Además, tan solo era un niño. Aun así, mi brazo no tembló. Debía morir. Y yo debía ser quien lo matara. Así comenzó nuestro baile.

    Hay una razón de peso por la cual elegí esa sala para que fuera testigo de nuestro duelo. Las paredes eran perfectas para que pudiera agarrarme, y abalanzarme sobre él. El fantasma, por su parte, se movía de forma torpe de un lado a otro, evitando por muy poco cada acometida, saltando sobre mí, pasando por encima de mi aguja al lanzarla... Todo parecía un juego de niños. Sin embargo, algo no andaba bien.

    No conseguía alcanzarle. Aunque, como dije antes, todo era por muy poco, todo lo que intentaba fallaba. Y cada vez que lo hacía, me llevaba un aguijonazo en la máscara, en la capa... Dolía, pero no podía dejar que se saliera con la suya. Explosiones de sedal, estocadas sin tregua... lo intenté todo. Podría haber usado las trampas de pinchos pero, arrogante, las había dejado en el escondite. Había subestimado al fantasma. Y mi castigo por hacerlo llegó de la forma que menos esperaba.

    Un hechizo. Ese estúpido sabía usar hechizos. No sé si muchos o pocos, pero en un momento que, desesperada, me lancé contra él, me esquivó, poniéndose a mi espalda. Entonces, escuché un sonido desgarrador. Y luego, blanco. Una luz me tragó, golpeándome como si un edificio cayera sobre mí. En ese momento, sabía que había perdido.

Sin mediar palabra, huí como la inútil, cobarde, estúpida insensata que soy. Dejé al fantasma campar a sus anchas, mientras lo único que hago es lloriquear. No, se acabó. Hornet, no puedes perder la templanza de esta forma. Menos mal que tengo mi diario, en estos tiempos es complicado desahogarse con nadie, a no ser que desees que de tus penas se entere un insecto pustuloso sin cerebro.

    A partir de ahora, le vigilaré de cerca. Debo verlo como un experimento. Si es capaz de aprender hechizos tan fácilmente, puede que sea... Quien sabe. No quiero desear nada, ni esperar que algo ocurra. Pero esto es una señal. Sí, del destino que tanto aborrezco, pero llegados a estas alturas, solo me queda observar si es lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a todo lo que Hallownest le tiene preparado.

    Solo me queda estudiar sus movimientos, y ser testigo de su avance. Si algo le ocurre, no pienso intervenir. Este es su camino, y debe recorrerlo en solitario, como todos. Pero si, aun así, es capaz de llegar a la tumba de ceniza... Bah, que estupideces digo. A seguir cosiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La niña de los vientos II

    El sol aún no se había levantado desde el Yaripon, cuando tres golpes fuertes y uno suave repiqutearon en la puerta de ligera madera. So...